Leo Zisis. Ficha

Nombre Completo: Leonidas Zisis (pero mejor Leo)

Raza: (licántropo ¿no?): Asi es

Fecha de Nacimiento: 20 de Febrero de 1992

Edad: 18 años

Fecha de primera transformación: 13 de abril del 2008

Originario/a de: Un pueblo costero de Grecia

Sexualidad: Bisexual

Descripción Psicologica: Soy muy introvertido, me gusta ir en grupos reducidos de gente, aunque prefiero ir solo por los sitios ya que me gusta pensar sobre todo lo que pasa a mi alrededor y lo que me pasa a mi. Soy muy reflexivo y me gusta pensarlo todo mucho, pero si tengo una situación urgente no me quedo bloqueado. Prefiero estar en un parque sentado en un banco viendo pasar a la gente que una discoteca repleta de ella.
No me considero una persona habilidosa, pero lo que me propongo hacer, lo hago realmente bien.
Se me da muy bien controlar mi temperamento aunque hay veces que cueste poner una sonrisa. Considero que tengo una buena paciencia y los que me conecen muy a fondo dicen que soy serio cuando tengo que serlo.

Descripción Fisica:De altura media- alta, tengo el pelo oscuro y los ojos marrones verduzcos que, personalmente, me gustan mucho. Soy fuerte y desde mi primera transformación estoy mas musculoso. Mi piel es morena, ni muy tostada ni muy blanca, producto del sol griego. No suelo llevar ropa arreglada y la mayoria de las veces desconjuntada.

Descripcion Fisica Lobuna: (como es cuando se transforma): Cuando soy un lobo, soy un gran animal, fuerte y musculoso. El pelaje es parduzco con fibras rojas. No he podido tocarlo para saber si es suave o aspero… Ni tampoco ha habido nadie que lo haya tocado. Es impresionante la velocidad que puedo llegar a alcanzar con cuatro patas. Mi hocico es un ponco alargado y la nariz es marron y humeda. Las orejas en punta, también de color parduzco, situadas encima de mi cabeza. Mis ojos siguen siendo de ese color marron verduzco.

Historia: Tras poco de cumplir los 17 años hubo un giro inesperado de mi vida, resulto que, como me conto mi abuelo, yo provenia de una manada de licántropos proveniente del norte de estados unidos, Forks, dijo que se llamaba, cerca de Seattle. De allí era de donde procedia mi abuelo, una reserva de indígenas en Forks, se llama La Push. Me conto que el jefe de la tribu se convirtió en lobo para sobrevivir en el bosque y que a partir de ahí todos sus descendientes podían convertirse en lobos. Por supuesto no me lo creía, pensaba que era un cuento de niños… Hasta que me paso. Una noche fría, volvía del bar en el que estaba trabajando, me había enfadado con unos clientes, estaba muy cabreado. Hasta que una violenta convulsión me tiro al suelo y note la ira caminando a sus anchas por mi estómago. Cada poro de mi piel dolió como si mil agujas se clavaran en ella y sin más solo recuerdo correr por el bosque, en busca de algo con lo que desahogar mi ira. A la mañana siguiente desperté desnudo tras mi casa, muerto de frio. Recordando lo que había pasado, asumí que lo que me ocurrió fue lo que mi abuelo me contaba. Le pregunte porque solo me pasaba a mi y no a mi hermana o a mis primas... El me contesto con un simple “solo ocurre con los chicos si están lejos de la reserva”. Aprendí a controlarlo, mejor de lo que yo esperaba. Note que la ira hacia que perdiese el control, así que intente dejar de tener ese sentimiento, que gracias a mi gran paciencia logre hacer, hasta cierto limite. Quise saber mas sobre lo que me pasaba y les pedi a mis padres ir a Forks. Acorde con ellos que iria cuando me graduara en el instituto, por suerte solo me quedaba ese año. Asi que no tarde en estar en Forks, alquilar una pequeña casa cerca del bosque por si algún dia me apetecia correr por él en forma de lobo. Tambien consegui un empleo en un pequeño bar local.

Familia: (No solo el apellido, sino también como se relacionan): Altea y Jason Zisis (Madre y padre) y Quimey Black (Abuelo)

Pertenencias: Mi roída mochila grisacia y algo de dinero para vivir.

Aficiones y/o Pasatiempos: Escuchar música y ver pelis de miedo. Tambien suelo leer y pasear tanto a dos como a cuatro patas.

Vicios y/o Manias: Sonreir cuando no tengo nada que decir.